Se dice que quien juega con fuego acaba quemándose, y esto por muy duro que pueda parecer no es nada para lo que puede ocurrir, puesto que los domadores de fieras están expuestos a continuos ataques de sus bestias. Se ganan la vida con ello, y es un medio de vida que atrae a mucha gente, acuden masas para ver como un oso abraza un hombre sin romperle un solo hueso, como una serpiente rodea a una persona sin ni siquiera hacerle una rozadura, o como es nuestro caso, como un hombre mete la mano dentro de la boca de un cocodrilo sin que apenas tenga consecuencias. O al menos eso cree él.
Los cocodrilos cuando atacan a su presa para comersela, una vez que la tienen pillada con fuerza y no se puede mover, dan vueltas rotundas sobre si mismos para romperle los huesos del cuello, si es que el cuello lo que tienen pillado. El caso es que no sabemos si el animal tenia hambre, porque ya se ve en muchas ocasiones que aun siendo el centro de atención del espectáculo, muchas veces son los animales los menos afortunados a la hora de repartir beneficios.
Y claro, si el animal tiene hambre, aqui no hay domador ni amigo comestible que valga, el hambre es muy mala, y con la comida no se juega. Ya veremos como acaba esta historia, porque encima lo mas seguro es que este cocodrilo que no tiene culpa nada mas que de tener instinto, acabara hecho un bolso o unos zapatos.